Compartir el dolor a veces ilumina...

A veces consigues cerrar un círculo (sin fin) que creíste que nunca ibas a cerrar...

¿Qué haces cuando compartes un dolor personal con una persona, casi un desconocido, y ese compartir ilumina?... No solo a esa persona, sino que también a ti...
Yo sé la respuesta...
Sentirte llena...

La energía rebosa hoy... La vida es grande... Sé sabio...

Sucede encontrarte tal vez...

¿Hola?

Hooooooooolaaaaaaaaaaaaaaaaa...

¿Hay alguien ahí?...

¿Dónde estás?...

 

 

¿Hola?...

Hoooooooooooolaaaaaaaaaaaaaaaaaa...

El primer corazón que escuchamos...

Placidez redonda, líquido cálido, burbujas que flotan y amortiguan sonidos...

Brazos sinceros, versos cantados, calor, olor y cobijo...

Estrella luminosa, palabras redondas, lecciones de vida y destino...

Juegos traviesos, canciones cálidas, números y letras entendidos...

Espacio vital, aventuras regaladas, sabias preguntas, corazón encogido...

Sonrisa franca, rumor que acompaña guía y alienta, gestos queridos...

Luz blanca certera que ancla, abre senderos e ilumina caminos...

Abrazos que encajan, acogen y esperan, historia compartida, sorpresas y ritmos...

Semilla regalada, raíz de todo, brújula mágica, luciérnaga, hada de amor desprendido...

Corazón rítmico, redondo, apasionado, visceral, ancestral... Del tuyo, el mío...